31 de Mayo 2019
ZAMORA
Ayer visitamos una de las capitales de provincia, desconocida para muchos, pero llena de historia, la ciudad de Zamora, conocida como la capital del románico.
Está situada en el noroeste peninsular, en la denominada Vía de la Plata, que unía Merida con Astorga y el Camino de Santiago. Su enclave a orillas del río Duero, su topografía y las murallas que la rodeaban, hicieron de Zamora uno de los lugares mejores protegidos frente a las tropas musulmanas, por ello recibió el nombre de “La bien cercada”.
Después de nuestra llegada a la ciudad, del alojamiento en los hoteles y de un descanso, nos esperaba nuestra guía para hacer un recorrido por el casco histórico que se extiende desde la plaza de la Marina hasta la Catedral en sentido NE-SO.
Comenzamos el recorrido bajando por la peatonal calle de Santa Clara, hasta la plaza de Castilla y León donde encontramos la delegación de Hacienda, pegada a esta plaza se encuentra la plaza de Fernandez Duro, capitán de navío de la armada española. Más adelante, se encuentra la iglesia de Santiago del Burgo. Os dejo un ENLACE si queréis conocer mas detalles.
Más adelante por la misma calle, llegamos a la plaza de Zorrilla, ajardinada, en cuyo centro encontramos una escultura dedicada a la maternidad, obra de Baltasar Lobo, escultor local reconocido internacionalmente. En el lateral derecho de la plaza se encuentra el Palacio de los Momos, construido a inicios del siglo XVI por Pedro Rodríguez de Ledesma. Más tarde, el Palacio de los Momos se convertiría en mesón y casa de arrieros hasta llegar a ser, actualmente, sede de la Audiencia Provincial.
Frente al palacio, en la misma calle de Santa Clara podemos ver la fachada del edifico del Casino, de estilo modernista donde destacan unos frisos con azulejos.
Continuamos nuestro recorrido hasta la Plaza de Sagasta, donde se construyeron algunos de los más importantes edificios urbanos de la ciudad, propiedad de la burguesía y de los rentistas más adinerados, que encargaron su construcción a afamados arquitectos de la época e instalaron señalados negocios en sus bajos comerciales.
Esta plaza estuvo ocupada por el mercado callejero de frutas y verduras hasta 1904, cuando entró en funcionamiento el nuevo Mercado de Abastos.
Llegamos ahora en nuestro recorrido a la Plaza Mayor, donde se ubica el edificio porticado del antiguo ayuntamiento, hoy sede de la policía municipal. Al otro lado de la plaza, la actual Casa Consistorial, además de la iglesia de S. Juan de Puerta Nueva, ver detalles AQUÍ . A sus pies la estatua al Merlú, nombre que reciben aquellas parejas de congregantes de la Cofradía de Jesús Nazareno, cuya labor consiste en reunir a los demás hermanos para comenzar el desfile procesional.
Salimos de esta plaza por la calle Ramos Carrión y a pocos metros nos encontramos con el teatro del mismo nombre, para desembocar en la plaza de Viriato donde se sitúa el Palacio de los condes de Alba y Aliste, hoy Parador de turismo.
En esta plaza, llena de plátanos de sombra, con sus ramas debidamente injertadas para que proporcionen una sombra continua, podemos encontrar en una de sus esquinas la estatua de Viriato, pastor lusitano que lucho contra el imperio romano. La figura aparece erecta, saludando con el brazo derecho. En el brazo izquierdo aparece colgando una túnica y su mano empuña una espada envainada. En el pedestal se puede distinguir una especie de ariete con cabeza de carnero. La verja es de planta octogonal, con ocho hachas invertidas en cada esquina, representando cada una de ellas las ocho victorias que tuvo Viriato con los cónsules romanos.
Saliendo de la plaza por la Rua de los Francos, nos encontramos a la izquierda con el convento del Tránsito, actualmente ocupado únicamente por siete monjas de clausura. Frente a éste la iglesia de Santa María Magdalena alberga en su interior un sepulcro románico de gran valor artistico.
Continuando por la misma calle y a la izquierda se encuentra la iglesia de San Pedro y San Ildefonso de gran valor arquitectónico por su compleja armonía de pilares, grandes bóvedas y contrafuertes que en una reforma del siglo XVIII llevaron a la colocación de arbotantes exteriores para sustentar los altos muros de piedra.
Continuando hacia la catedral y dejando atrás el Convento de las Mariñas, llegamos a la amplia plaza de la catedral, que junto al castillo, se alzan sobre el río Duero en una atalaya natural que proporciona la topografía del terreno y utilizada en la edad media para defensa de la ciudad.
A partir del siglo X, Zamora se convierte en un punto estratégico del reino de León, convirtiéndose en sede de la corte. Del apogeo de la ciudad quedan la gran cantidad de iglesias románicas, que llegaron a ser más de 50, de las que hoy se conservan una veintena, destacando por encima de todas su imponente catedral de El Salvador del siglo XII con su singular cimborrio gallonado.
Junto a la muralla el Castillo Fortaleza construido sobre el promontorio rocoso que domina el paisaje con el río Duero bajo sus pies.
A la derecha del Castillo, en la muralla se puede contemplar el Portillo de la Traición.
Tras la muerte de Fernando I en 1065, el reparto del reino entre sus hijos no convenció al primogénito, don Sancho, ya que tradicionalmente el hijo mayor era el único heredero. Cercó don Sancho la ciudad de Zamora, en posesión de Doña Urraca durante siete meses, después de los cuales el hambre comenzó a hacer mella en la población. Bellido Dolfos, dispuesto a solucionar el asedio, salió de la ciudad ganándose el favor de don Sancho, hasta el punto de que un día acompañándolo a defecar sin más compañía, lo asesinó. Huyó y retornó a la ciudad de Zamora por el conocido desde entonces Portillo de la Traición, liberando de esta forma a la ciudad del cerco. Bellido Dolfos fue sentenciado a morir descuartizado atado a las colas de cuatro caballos.
Nos dirigimos después hacia uno de los miradores que tiene Zamora sobre el Duero, el mirador del Obispo, desde el que se contempla el Puente de Piedra con sus aliviaderos (ojos encima de los pilares) para que en las crecidas del río el puente no corriera peligro.
1 de Junio 2019
ARRIBES DEL DUERO
Al día siguiente 1 de Junio, con temperaturas más propias de agosto, nos dirigimos hacia LOS ARRIBES DEL DUERO, los arribes son las pendientes escarpadas que se sitúan a ambos lados del río, encajonado en una profunda depresión con una gran diferencia de altitud con la penillanura que les rodea.
Visitamos el tramo situado entre la presa de Castro y la de Miranda, donde el río hace frontera con Portugal y en el que se sitúa el Parque Natural. Para conocer más datos sobre este proyecto hispano-portugués os dejo este ENLACE
Nosotros visitamos este lugar con una empresa de ecoturismo, dedicada a la conservación y estudio de la fauna, flora y recursos del río, protegiendo su entorno y haciendo del paseo en barco con motor eléctrico, una de las experiencias más gratificantes para los sentidos. Poder escuchar la naturaleza en estado puro, el canto de los pájaros, su vuelo, sus nidos y apreciar como el río se adentra en escarpadas laderas de piedra multicolor, hacen de este paraje uno de los más bellos de la península ibérica.
Esta empresa realiza también un programa de adiestramiento de aves, que podéis ver en el vídeo que hemos grabado con el recorrido en barco y donde podéis escuchar los sonidos de la naturaleza. VIDEO .
Terminado el recorrido nos fuimos a comer, para visitar después, Miranda do Douro, pueblo de portugal situado en la margen portuguesa del río Duero. Desde España se accede a ella cruzando por el paso fronterizo que se abre sobre la presa de Miranda, una de las presas que cortan el río a lo largo de la frontera hispano-portuguesa. El paisaje característico de su emplazamiento está formado por altas paredes de granito que encajonan el curso del agua en su tramo internacional.
Visitamos su catedral y el museo de la tierra, donde nos contaron las costumbres de los habitantes de esta región, cómo vivían y se alimentaban y las labores de agricultura y ganadería que realizaban.
Finalizada la visita, emprendimos el camino de vuelta a Alcorcón, a donde llegamos cerca de las 21 h. teniendo en nuestra mente el canto de los pájaros y los colores de las rocas que bordean los Arribes del Duero.